El copywriter no es importante

En copywriting, el copywriter no es importante, lo es su trabajo. El reconocimiento a una labor bien hecha es una parte indispensable de nuestra retribución, así como un salario justo y un café decente en la oficina. En el otro extremo, y cada vez más abundantes, emergen copywriters que, obsesionados por crear una marca respecto a su nombre, poco o nada hablan de su trabajo. Ensombrecen una profesión compleja, y maravillosa, dándole una pátina de innecesario personalismo.

Quiero comenzar este artículo haciendo una aclaración previa: no desapruebo que un profesional sea reconocido por su trabajo y, en consecuencia, se convierta en alguien relevante. Mi intención es evidenciar un problema grave en nuestra profesión. La consecuencia es un concepto equivocado de un trabajo serio y en el que priman «marcas personales» sobre el propio trabajo y que, en ocasiones, está trufado de intrusismo profesional y ganas de timar al personal.

En redes sociales, especialmente las que no son completamente orientadas hacia lo profesional, prodigan muchos copywriters obcecados en venderse de cualquier manera. Los hay que se dedican a copiar tips de cómo escribir mejor, también hay algunos que se anuncian con un «te enseño a ganar dinero», y otros que directamente se ponen en tono gurú dictando maneras de vida para ser feliz «haciendo lo que te gusta», como si cualquier otro individuo no pudiera ser feliz independientemente del trabajo.

Memento, Christopher Nolan, 2000

Recordando aquella película de finales de los 90 llamada «Stigmata», lo diré claro: un copywriter es un mensajero, un mero elemento de la comunicación, que debe saber su lugar detrás de la cortina. Por lo tanto, «el mensajero no es importante», y debe actuar como tal.

Me sorprende, a veces me enfurece he de reconocer, la ingente cantidad de personas que se llaman copywriters y se anuncian en la red para acabar pintando una especie de estafa piramidal en la que quieren enseñar a otros a ganarse la vida haciendo lo mismo que hacen ellos, que no es otra cosa que mentir. Eso no es un copywriter.

Afortunadamente, el mercado laboral está lleno de otros tantos copywriters que cumplen su función dentro del proceso de comunicación desde el lugar que les corresponde y que, trabajando en agencia o en cliente, aportan un auténtico valor multidisciplinar y ético.

Porque un copywriter es, ante todo, ético. La responsabilidad que tenemos con nuestro trabajo trasciende el hecho de vender cosas con palabras, meter un poco de jerga y jerigonza y crearnos un perfil en una red social diciendo que la gente se puede hacer rica con nuestros consejos.

Si tienes alguna pregunta sobre este tema, deja tu comentario. Si quieres tomar parte del contenido de este artículo puedes hacerlo siempre que referencies y linkes al mismo. Y si quieres contactarme para cualquier tema privado, puedes rellenar el formulario de contacto. Muchas gracias por leerme.

Escriba una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.